sábado, 13 de mayo de 2017

Ayer se inundó Chañaral por lluvias. Hace dos años, el año 2015 por estas fechas, escribí esto cuando fuimos al aluvión con USAR Santiago: Hoy termina el trabajo realizado en Chañaral y ya vamos de regreso a casa al reencuentro con nuestras familias. Los hechos, las historias y relatos de la gente, las miradas, las palabras agradecidas de las personas que se están levantando de una tragedia sin saber cómo. Me llevo todo eso, sensibilizado al pensar qué historias se esconden en el corazón de estas personas, como los artistas del Circo Ruso sobre Hielo que vino a morir en el desierto, con sus trapecistas aferrados a la torre mayor de la carpa mientras el barro se llevaba todo, la primera mirada de la gente al río como espectáculo y luego con horror, la impotencia de los bomberos que como podían avisaban a la gente incrédula del aluvión que venía, minutos antes que perdieran su cuartel y carros por el barro, lo que vivió en sus últimos minutos aquella mujer y que sacamos de un pantano de lodo y escombros, el relato de ayer de Michael, un mecánico joven, casi niño, que nos contaba cómo el río se lo llevó por cientos y cientos de metros hasta poder salir en el centro de la ciudad aferrándose de un restaurant chino y rescatar allí a dos de sus dueños. Me llevo grabadas esas historias que relleno en mi cabeza como películas, como cuentos trágicos. Dos niños, uno que debe haber nadado 7 kilómetros entre el río y el mar donde fue arrojado para agarrarse y salvar su vida de una cuerda que la gente le tiró desde los roqueríos que enfrentaban un mar embravecido. El otro niño, Benjamín, es el que pude ver en el brillo triste de los ojos de su padre quien lo buscaba entre esos mismos roqueríos dos días después de que viera con impotencia cómo su hijito se le iba entre las garras informes de ese torrente desatado que devoraba la ciudad. Todo valió la pena dentro de las palabras agradecidas de ese padre por ayudar a buscar a su hijo. Todo valió la pena al devolver a la familia de aquella mujer su cuerpo para que la sepultaran. Un agradecimiento a todos mis compañeros de USAR Santiago, a los bomberos de Chañaral, Caldera, USAR Ñuñoa. Por último agradecer también a mi familia que me apoyó desde la distancia, en especial a mi mujer Sandra que siempre está conmigo en todo.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Soy de Católica

Escrito el jueves, agosto 14, 2014.
Hace poco leí un libro que se llama Soy de Católica y no me identifiqué con lo que allí decía. Elaboro mi propia Arte Poética del asunto. Soy de Católica por una razón específica. Los empates y las derrotas me alimentan el espíritu de una manera riquísima. Que no se me mal entienda, obviamente no se juega para perder, se busca la gloria siempre, pero para mí es un objetivo que nutre un rato. También me pongo contento cuando se gana, lo paso la raja, lo disfruto, que no se me mal entienda, no abogo por jugar buscando la derrota, se busca ganar pero considerando el ganar como un horizonte que da un poco lo mismo, porque el proceso, lo que pasa entremedio, es lo que importa. Fue la raja salir campeón, es bacán, pero después de eso qué. Alcanzar la gloria después sólo llena de vacío, vacío que requiere una nueva búsqueda de gloria en un partir de cero muy semejante al que no tiene nada, al derrotado. Ganar es entretenido, pero no es más que eso. El tema es la relación con la decepción. La derrota es la que conmueve, moviliza emotivamente, en la derrota uno se pone a prueba con uno mismo, es en la derrota donde nos vemos conminados a espejearnos en lo que realmente nos cuesta aceptar: que no le achuntamos en la vida. La Violeta Parra es de la Católica toda vez que dijo la vida es mentira la muerte es verdad. Borges es de la Católica toda vez que dijo que la derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce. Como lo que nos dice el tema '12 segundos de obscuridad' de Jorge Drexler. No podría ser jamás de otro equipo que no sea Católica. Agradezco partidos como éste de hoy, ricos en decepción, certero reflejo de cuanto nos cuesta masticar. Partidos como éste son una experiencia arquetípica de la lucha (perdida de antemano) en la búsqueda de la perfección. Lucha que cuando la vivo con intensidad y la pierdo, tomo con mi índice y pulgar el escudo de mi camiseta y salgo besándolo del estadio agradecido.

La Llave - Junichiro Tanizaki

Escrito el sábado, septiembre 11, 2010.
Todavía tengo algunos textos pendientes de lectura del último viaje a Buenos Aires en el que aprovisioné mi despensa de libros. Uno de estos (que resultó devorable) fue esta novela de corto aliento y largo alcance llamada "La Llave". Si mal no recuerdo me puse a conversar sobre algunos autores con el dependiente de la librería que está en el zócalo de Galerías Pacífico, aquella con su cielo impresionante desde los murales de Antonio Berni. El tema es que había oído sobre Tanizaki y cuando se lo nombro me alcanza de inmediato esta novela, junto con esa recomendación sincera de la que uno se fía por completo. Esto porque los vendedores de las librerías en esa ciudad leen y por lo general no me he llevado sorpresas con sus preferencias estéticas. Caro era el ejemplar para estar en ese país que respeta los libros, dudé si irme o no en compañía de él pero qué tanto, luego vendrá el aguinaldo del año siguiente que equilibrará las arcas administradas por el banco que me roba con la ley como su soporte. Todos los aguinaldos posibles de ese año ya estaban más que gastados... invertidos. Durmió por un buen tiempo en la despensa sin puertas de uno de los libreros y en esos impulsos lo tomé y ya está, fue leído:
a. me gustan los nombres de los personajes. b. el texto transcurre a través de la lectura de dos diarios, el del profesor y su esposa Ikuko en los que cada uno plasma sus propias conjeturas acerca de lo que les es imposible decirse cara a cara. c. a través de la cronología expuesta en la sucesión de la conciencia que le oculta el uno al otro, se deja entrever ese segundo relato que sostenemos cada uno de nosotros internamente sobre quien tenemos en frente, ese murmullo inaudible que provocamos y al que en las crisis de cualquier tipo terminamos por recurrir para tomar decisiones. d. las apariencias, me intrigan en demasía las apariencias, la manera de enfocar las apariencias tanto del cine como la literatura japonesa. Acá el relato, los diálogos que establecen cara a cara los personajes son en su mayoría desde la lectura entre las sombras, entrelíneas aparece lo que expreso, morfología del deseo obviamente. e. Kimura es supuesto pretendiente de la hija del profesor e Ikuko, llamada Toshiko. No obstante Kimura es el personaje entrelíneas que sostiene la relación marital. Toshiko mediante. Profesor mediante. Sin duda Ikuko mediante. f. hay embriaguez, hay enfermedad, hay lo que en occidente serían trastornos de personalidad, hay honor oxigenado en doble discurso, hay tristeza, hay hartos celos, hay sutileza y violencia al mismo tiempo. G. Tiempo que no quedaba conforme como ahora con un final, y éste me regaló la idea de una novela de factura, sin pretenciones logra todo lo que se permite querer. Ahora que hablé de Buenos Aires ya saqué de la despensa "El Pasado" de Alan Pauls, otro que dormía y al que luego comenzaré a despertar cuando lo abra.

Cristo y la doctrina de la crueldad

Escrito el miércoles, abril 01, 2009.
Fragmentos del filósofo y matemático inglés Bertrand Russell: Para mí, hay un efecto muy serio en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no creo que ninguna persona profundamente humana pueda creer en un castigo eterno. Cristo, tal como lo pintan los Evangelios, sí creía en el castigo eterno, y uno se topa una y otra vez con una furia vengativa contra los que no escuchaban sus sermones. No se halla, por ejemplo, esa actitud en Sócrates. Es amable con la gente que no lo escucha; y eso, a mí entender, es más digno de un sabio que la indignación. Probablemente todos recuerdan las cosas que dijo Sócrates al morir y lo que decía generalmente a la gente que no estaba de acuerdo con él. Uno se encontrará con que Cristo dijo en los Evangelios: "¡Serpientes, raza de vívoras! ¿Cómo evitaréis el ser condenado al fuego del infierno?". Se lo decía a la gente que no escuchaba sus sermones. A mí entender este no es el mejor tono [...] No creo que ninguna persona un poco misericordiosa siembre en el mundo miedos y terrores de esta clase. Luego, Cristo dice: "Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y expulsarán de su reino a todos los escandalosos y a cuantos obran la maldad; y los arrojarán en el horno del fuego: allí será el llanto y el crujir de dientes". Y continúa extendiéndose con los gemidos y rechinar de dientes. Esto se repite un versículo tras otro y el lector se da cuenta que hay un cierto placer en la contemplación de los gemidos y el rechinar de los dientes, pues de lo contrario no se repetirían con tanta frecuencia. [...] "Y si es tu mano derecha la que te sirve de escándalo o te incita a pecar, córtala y tírala lejos de ti; pues es mejor está que perezca uno de tus miembros, que no vaya todo el cuerpo al infierno, al fuego que no se extingue jamás". Esto lo repite una y otra vez. Debo declarar que toda esta doctrina, que el fuego del infierno es un castigo por haber pecado, es una doctrina de la crueldad. Es una doctrina que trajo crueldad al mundo y dio al mundo generaciones de cruel tortura; y el Cristo de los Evangelios, si acepta tal como lo representan los cronistas, tiene que ser considerado en parte responsable de eso. [...] Y no puedo pensar que, ni en virtud ni en sabiduría, Cristo esté tan alto como otros personajes históricos. En estas cosas pongo por encima de Él a Buda y a Sócrates. [...] Ésa es la idea: que todos seríamos malos si no nos acogiéramos a la religión cristiana. A mí me parece que la gente que se ha acogido a ella es, en su mayoría, extremadamente mala. Se da este hecho curioso; cuanto más intensa ha sido la religiosidad de cualquier período, y más profunda la creencia dogmática, han sido mayor la crueldad y peores las circunstancias. En las llamadas edades de la fe, cuando los hombres realmente creían en la religión cristiana en toda su integridad, surgió la Inquisición con sus torturas; millones de mujeres desafortunadas fueron quemadas por brujas; y se practicaron toda clase de crueldades sobre toda clase de gente en nombre de la religión. Del libro: 'Por qué no soy cristiano', de Bertrand Russell.

Dos Cabos Sueltos

Escrito el domingo, octubre 14, 2007.
En la página 110 del libro Cabos Sueltos de la filósofa chilena Carla Cordua aparece lo siguiente: EXIGIR VERGÜENZA Nos apresuramos a creer que el deshonesto debiera avergonzarse de sus actos, para mejor olvidarnos de que si los comete ante nosotros o nos habla de ellos, es porque nos desprecia. Por su parte, dice en la página 122: LA GRANDEZA DE LO GENIAL El genio, al que concebimos con claridad únicamente a propósito de lo acabado, de la obra ya realizada, es una posibilidad de la pervivencia, no de la vida actual. Por lo mismo no puede ser proyecto para nadie, una fuente reguladora de la conducta en el presente. Cuando el deseo insensato de poseer la grandeza del genio ahoga el verdor de una vida en vías de llegar a ser, es normal que ésta adquiera algunos razgos de ultratumba. Lo que se llama convertirse alguien prematuramente en su propia estatua.

Funámbulos

Escrito el viernes, octubre 12, 2007.
Inevitable no comentar este libro. Primer trabajo editado de su autor: un guiño absoluto a lo sensible. Pocas y magníficas, profundas, místicas, páginas materiales e ideales, amores sublimes y naturalmente truncos e incompletos. Las imágenes, la belleza de ellas y la subversión de esta última. La mujer desnuda en el féretro de hielo, la misma a cientos de pies de altura en el cielo afirmada sobre su pie en el alambre y como levitando. Rescate de la poesía por encima de todo lo que nos compete. Lo trágico de la pasión, lo trágico de la esperanza, lo trágico del ideal. El instinto. Lo casi.

El cuentista inconcluso

Escrito el lunes, octubre 01, 2007.
En un principio tenía considerada esta publicación póstuma de Bolaño con una mezcla de crítica sospecha y genuina curiosidad. La sospecha venía de esa percepción corriente y aberrante sobre las ganancias que obtienen los predicadores una vez muerto el dios. La curiosidad, obviamente, radicaba en que no me interesan los predicadores ni tampoco demasiado el dios, sino las cosas que hizo en sus siete días de producción en la tierra. Lo que me llevó a sospechar de mi sospecha es la admiración que hasta el momento le tengo a la seriedad de Ignacio Echevarría, quien al encontrarse al frente de la publicación hacía que mi curiosidad se inflara a varios bar de presión. Me imagino la gozosa ansiedad del editor de EL SECRETO DEL MAL al mover con el mouse el puntero sobre las carpetas, archivos, palabras y más palabras inconclusas que aparecían ante sus ojos desde el computador personal del difunto Bolaño. Como un arqueólogo deslumbrado por estar próximo a deslumbrarse. El resultado de aquella profunda investigación en los caracteres de los últimos trabajos de Roberto Bolaño es de primer nivel. Esta última publicación póstuma con varios de sus textos narrativos contenidos sin concluir generó el gusto en su lectura de lo perdido con la muerte. No es mito, ya que éstos se plantean desde un convencimiento popular con bases incompactas, lejanas de las rocas narrativas que nos legó. "Cuentos"- decía Bolaño: son cuentos. Para mí también, incluso y sobre todo lo más autobiográfico o aquellos productos concienzudamente trabajados desde la aguda crítica literaria que ejercía. Hablo de: lo vivido con La colonia lindavista, el suspenso de El secreto del mal, aquellos nuevos guiños de 'Los detectives salvajes' con El viejo de la montaña, la historia que yo mismo Carlos Subiabre Sierralta viví al pie de la letra en El hijo del coronel, lo bizarro contenido en La habitación de al lado, la altísima capacidad analítico narrativa de Laberinto, el tremendo análisis de la literatura argentina (y en gran parte en su calidad, hispanoamericana) Derivas de la pesada, aquellos resabios de las atrocidades vividas en las muertes de mujeres en '2666' con Crímenes, la cercanía con su historia ontológica en No sé leer, las ambigüedades y certezas que provoca lo terrible en Músculos, el choque de los mundos de los desamparados que se produce en Bronceado, la pequeña gran subversión en El provocador, la capacidad discursiva de Sevilla me mata, los cabos aclaratorios en Las jornadas del caos. Parafraseando a Bolaño en su análisis Derivas de la pesada, quien dice "Hay que releer a Borges otra vez", lanzo mi propio corolario: Hay que empezar a leer a Bolaño, hay que empezar a leerlo siempre.